June 19, 2021
June 19, 2021
Amigo mío, hoy el cielo celebra un año más de contarte entre sus ángeles guardianes, estoy seguro que tu sonrisa es la compañía ideal para Dios!
Desde acá, todo este tiempo no hemos podido olvidar la fuerza de tu energía, la dulzura de tu sonrisa, ni la honestidad de tus abrazos. Tu memoria permanece protegida en nuestros corazones; y muy especialmente, en mi familia, y de mi esposa e hijos pequeños, a quienes he contado en más de una ocasión, la historia de un BUEN AMIGO, que un día ayudó a su papi en los momento más difíciles, en una etapa muy muy vacía, él representó mi mayor apoyo en la vida, donde “amigos” se fueron y sólo él se quedó, y de quien tengo el mejor ejemplo, ese ejemplo que no era de palabras, sino con hechos y acciones; aquel amigo, todo fuerte y serio, pero que también me hablaba de su madre y lloraba por ella a pesar de los años de ausencia; este amigo de abrazos que calentaban el alma y te hacían sonreír; que me enseñó que habían principios que no eran negociables, como la lealtad y la entrega por su familia… mi amigo don Gustavo.
Sinceramente, no sé cuántas lagrimas pasaron por mi cara cuando supe de tu partida, pero hoy a un año de su ausencia física, sé que cada lágrima era un agradecimiento de haber podido conocerte y disfrutar de muchas alegrías y hermandad; estoy seguro, que nos sonríes desde el cielo, muy tranquilo de habernos guiado por el camino correcto a amigos y muy especialmente a su familia. Sin duda has dejado un legado de amor incomparable. Las lágrimas por tu ausencia y las sonrisas por tu recuerdo las llevaremos con nosotros por el resto de nuestras vidas.
Sigo tu ejemplo porque siempre admiré el gran hombre que fuiste. Jamás te olvidaré amigo mío. Vaya donde vaya, te llevaré conmigo, aunque ya no reciba esa llamada jovial y alborotada para fin de año o antes de que juegue Emelec en copa. Gracias por enseñarme qué es el amor incondicional de padre (el mejor de todos) y la amistad más profunda.
Con inmenso afecto…
Carlos Intriago y familia
Desde acá, todo este tiempo no hemos podido olvidar la fuerza de tu energía, la dulzura de tu sonrisa, ni la honestidad de tus abrazos. Tu memoria permanece protegida en nuestros corazones; y muy especialmente, en mi familia, y de mi esposa e hijos pequeños, a quienes he contado en más de una ocasión, la historia de un BUEN AMIGO, que un día ayudó a su papi en los momento más difíciles, en una etapa muy muy vacía, él representó mi mayor apoyo en la vida, donde “amigos” se fueron y sólo él se quedó, y de quien tengo el mejor ejemplo, ese ejemplo que no era de palabras, sino con hechos y acciones; aquel amigo, todo fuerte y serio, pero que también me hablaba de su madre y lloraba por ella a pesar de los años de ausencia; este amigo de abrazos que calentaban el alma y te hacían sonreír; que me enseñó que habían principios que no eran negociables, como la lealtad y la entrega por su familia… mi amigo don Gustavo.
Sinceramente, no sé cuántas lagrimas pasaron por mi cara cuando supe de tu partida, pero hoy a un año de su ausencia física, sé que cada lágrima era un agradecimiento de haber podido conocerte y disfrutar de muchas alegrías y hermandad; estoy seguro, que nos sonríes desde el cielo, muy tranquilo de habernos guiado por el camino correcto a amigos y muy especialmente a su familia. Sin duda has dejado un legado de amor incomparable. Las lágrimas por tu ausencia y las sonrisas por tu recuerdo las llevaremos con nosotros por el resto de nuestras vidas.
Sigo tu ejemplo porque siempre admiré el gran hombre que fuiste. Jamás te olvidaré amigo mío. Vaya donde vaya, te llevaré conmigo, aunque ya no reciba esa llamada jovial y alborotada para fin de año o antes de que juegue Emelec en copa. Gracias por enseñarme qué es el amor incondicional de padre (el mejor de todos) y la amistad más profunda.
Con inmenso afecto…
Carlos Intriago y familia