On January 8th, 2021 we lost a remarkable member
of our family. Marga V Bos, age 60, died after her battle against COVID-19. She
is survived by her former husband and cherished life-long friend, Michael Bos,
her daughter, Letty Amador, son-in-law Steve Amador, her daughter Irene Bos-Teruya,
her sons Cody Bos-Teruya and Christopher Bos-Teruya. She also relished being
Oma to her three-year-old granddaughter, Corinne (Cori). Further survived by countless
relatives of the Venialgo, Aguilar, and Ibarrola families, as well as relatives
of the Bos families.
Marga was born in South America, Paraguay, Cuidad de Concepción. Marga grew up in this small city where
both the languages of Guarani and Spanish are spoken daily by nearly everybody.
Guarani being the dominant language of friendly discourse, Spanish playing the
role of governmental authority and, in Marga’s day, Spanish being the sole
language of public-school instruction. So, Marga had both languages in her arsenal
and was able to use them both interchangeably and marvelously. Marga also
picked up key phrases in conversational Portuguese, even though Concepción is located 150 miles from the Brazilian
border.
A fond childhood memory that Marga often related was when her
father took her into the “Chaco” region to go hunting. There they would interact
with indigenous people who spoke the Makthlawaya language. This beloved memory spoke
to Marga’s love and respect for the Earth, the outdoors and those who were
different from herself. When Marga
described what she was like as a child, she would say that she would identify
most closely with a hummingbird; always moving, busy, and not beyond causing
quite a buzz... a bit of fast mischief. Hummingbird—"mainumby"
in Guarani; "picaflor" in Spanish; "colibri" in Portuguese.
Even now, when we see these multicolored creatures feverishly flying
about, we are reminded of Marga’s enthusiasm, and energy; small but powerful. Marga’s
background was truly multicultural and multilingual. This provided the rich
foundation to the beautifully diverse person she was, and like the hummingbird’s
multicolored feathers, there were so many beautiful glimmering dimensions to
Marga.
At age 30 she courageously embraced a new life in North
America, Southern California. Learning yet another language and a new way of
life. Marga was determined to learn English. So, with perseverance, she
immersed herself into the culture and language. She joined community classes in
English. There, she would recall not understanding what anyone was saying, only
laughing when others laughed, and all the while, drinking in the language of
English in order to learn. Marga pushed against difficult circumstances in
order to live a joyful life in her new home in California.
Over the years, Marga was a loving foster mom to a good
number of children (now adults). She loved all children with a profound zeal
and tirelessly advocated for their wellbeing. Several of Marga’s foster
children are sure to recall her with special fondness. The desire to give of
herself in this way came after surviving breast cancer in 1998. This was Marga;
a woman who gained strength through surviving cancer and in turn wanted to show
love to those in need of it.
While caregiving was certainly one of her most outstanding
qualities, she was not one to be crossed on the hockey rink! Marga deeply
enjoyed years of playing on several roller hockey teams as well as organizing
women’s hockey tournaments. She felt immense pride when her sons Cody and Christopher
and her daughter, Irene, shared in her love for hockey. She could often be
found in the bleachers cheering her children and their teammates on. Marga played
a key role in supporting many youth hockey team events. Many will remember Marga
as always willing to lend a helping hand, giving of her time and energy in this
way.
One of her greatest joys was being an Oma to her three-year-old
granddaughter, Cori. Marga gave of herself to Cori, unselfishly and with
unconditional love. To see Marga with little Cori was to see a bond that was
forged with a love that is rare. She wanted nothing but the best for Cori and
that was clearly seen by the attention and affection she gave to Cori. “Oma”
was a title Marga was proud and honored to wear.
Words do little justice to describe Marga. She embraced life
with determination, courage, passion, and ingenuity. She was bicultural and multilingual.
Marga was a strong fighter, not only for herself but for others she cared for. To
say we will miss her does not fill the void we feel from her loss. Marga would
want her loved ones to remember her life, rejoice in the shared laughter and memories,
and celebrate it.
-Shared with love by Michael Bos and Letty Amador
El 8 de enero de 2021 perdimos a un
miembro importante de nuestra familia. Marga V Bos, de 60 años de edad, se
falleció después de su lucha en contra del virus Covid-19. Es sobrevivida por
su ex-esposo y amigo apreciado de muchas décadas Michael Bos, como también por
su hija Letty Amador, su yerno Steve Amador, su hija Irene Bos, y sus hijos
Cody Bos y Christopher Bos. A Marga también le encantaba ser la abuelita —Oma—
a su nieta de tres años, Corinne (Cori). Es también sobrevivida por bastantes
parientes del lado de los Venialgo, los Aguilar, y los Ibarrola, como también
de los Bos.
Nació Marga en América del Sur (en
el Paraguay, la Ciudad de Concepción). Se crió en aquella pequeña ciudad, donde
cotidianamente casi todos hablan dos lenguas —el guaraní y el castellano. Por
aquella región, el guaraní es el idioma de uso cómodo entre la familia y los
amigos, mientras que el castellano tenga un rol algo más formal, como por
ejemplo de uso en los documentos del gobierno. Décadas atrás, cuando Marga era
joven, el castellano era el único idioma de instrucción en las escuelas
públicas paraguayas. Desde la niñez, Marga manejaba ambos idiomas con gran
facilidad —maravillosamente bilingüe. Marga también aprendió vocabulario y
frases claves en el idioma portugués, a pesar de que Concepción queda
aproximadamente 200 kilómetros de la frontera brasileña.
Entre recuerdos tiernos de su
niñez, nos contaba Marga de cuando acompañaba a su papá durante la cacería en
el Chaco —la región occidental del Paraguay. Nos contaba Marga que allá en el
Chaco se encontraron con gente indígena Makthlawaya, gente que habla su propio
idioma. El recuerdo de aquellas aventuras nos habla del amor y respeto que
Marga llegó a sentir por la tierra, por el medio ambiente, y por personas
distintas a uno. Cuando Marga nos describía cómo era ella cuando joven, solía
decir que se identificaba mucho con el picaflor. Siempre en movimiento, siempre
activa, y perfectamente capaz de asustar a otros… de entrar de golpe en
travesuras. El picaflor —en guaraní, mainumby; en portugués, colibrí; en
inglés, hummingbird. Mismo ahora cuando vemos el pequeño picaflor, de colores
que brillan, volando con gran apuro, nos hace recordar del entusiasmo y energía
de Marga —mujer petisa y sin embargo de grandes poderes. Marga era una mujer
multicultural y de varias lenguas. Es ahí la base rica que formó en ella una
adulta de facetas diversas. Como el brillo del picaflor, de colores
inesperados, hallamos en Marga también dimensiones bellas y radiantes.
A los 30 años de edad, Marga tomó
nuevos rumbos, con valentía formando una nueva vida en América del Norte,
radicándose en el sur de California, donde idioma y modales de vida bien
distintos. Dedicó muchos esfuerzos para aprender inglés, y con ganas se metió
en nuevas experiencias culturales. Tomó clases de idioma. Años después nos
contaría que al principio no lograba entender casi nada de lo que decía la
gente, pero que en seguida supo reír cuando veía que la otra gente reía.
Aprendió inglés, como líquido, bebiéndolo. Poco importaba que las
circunstancias fuesen a veces desafiantes, Marga se esforzó; logró vivir con
alegría en su nuevo hogar que es California.
Durante muchos años, Marga se hizo
madre de leche a un buen número de niños (ahora grandes). Con entusiasmo
profundo, ella amaba a todos los niños de su entorno. Sin aflojarse, ella
procuraba el bien de cada individuo. Varios de ellos habrán de recordarla
todavía con gran afecto. En el año 1998, Marga padeció del cáncer de pecho.
Lograr sobrevivir tal experiencia pesada la hizo más fuerte y determinada que
nunca; ella dedicaría sus esfuerzos y amor a aquéllos que el amor hiciese
falta.
El cuidar con amor a la gente a su
alrededor era una de sus cualidades sobresalientes. No obstante, Marga —mujer
petisa— en la cancha de hockey para mujeres era una competidora grande, feroz.
Durante los partidos de hockey, a cualquier oponente que se encontraba en su
trayectoria, ¡ojo!, ¡Jaque! Marga sintió felicidad y orgullo inmenso cuando sus
hijos Cody y Christopher, y su hija Irene, compartían su entusiasmo por aquel
juego. Muchas veces se encontraba ella en las gradas donde los parientes y el
público, entusiasmando a sus hijos y al equipo de turno. Marga tomó roles de
liderazgo y de apoyo durante bastantes partidos. Mucha gente recordará a Marga
porque ella estaba siempre dispuesta a dar de su tiempo y su energía para el
bien de la gente a su alrededor.
Una de las alegrías más grandes
para Marga era ser la abuelita (Oma) a su nieta de tres años, Cori. Le dio su
todo, con amor incondicional, desinteresadamente. Ver a Marga con la Cori era
ver una unión de amor fuera de común. Por la atención y el afecto, supimos que
Marga procuraba sólo lo mejor para Cori. Llamarla «Oma» le hizo a Marga
sentirse orgullosa y honrada.
Las palabras aquí no bastan para
describir a Marga. Ella se empeñó a la vida con determinación, con valentía,
con pasión, y con ingeniosidad. Era bicultural. Manejaba varios idiomas. Era
luchadora fuerte, no solamente a favor de ella misma sino también a favor de
otras personas a quienes ella dedicaba sus esfuerzos. Sí, la vamos a echar de
menos. Nada nos quitará el vacío que sentimos por haberla perdido. Sin embargo,
creo que Marga desearía que, al recordar la vida suya, nos sintiésemos regocijo
con el recuerdo de las muchas risas y otros momentos de vida compartidos.
Merece celebración.