Nochebuena en Camporredondo
Queridos sobrinos,
Cuando mamá y yo éramos pequeñas, pasábamos la Nochebuena y el día de Navidad en Camporredondo con nuestros abuelos José y María. Era una casa muy grande a la que también venían los hermanos de la abuela Lola, el tío Esteban y la tía Nati. A mamá siempre le gustó mucho la Navidad, y era porque nuestras navidades de la infancia eran tan bonitas que ya siempre pensó que eran así.
El día 24 nos levantábamos temprano y desayunábamos al lado de la chimenea un rico desayuno que el abuelo siempre nos preparaba. Luego empezábamos a ensayar la actuación que teníamos por la noche las dos, normalmente cantábamos varias canciones pero nuestras favoritas eran el trenecito y una canción de un dúo, Pimpinela. Mama y yo os las cantamos alguna vez. Tras nuestro ensayo nos íbamos a jugar. En Camporredondo teníamos a una amigas, Carmen y Rocío, con las que nos divertíamos mucho. Además teníamos mucha suerte ya que al lado de casa de nuestros abuelos había un rio y una fuente grande donde pescábamos renacuajos. Antes de la hora de la comida, solíamos ayudar a la tía Nati, la mamá de Mari Cruz y Sengan, a preparar unas tapas ricas. A nuestro abuelo José le gustaba mucho tapear, y siempre decía que las tapas que nosotras le preparábamos eran las mejores. Además el abuelo nos tenia preparados zumos o casera para que tomáramos con las tapas. Tras la comida, mientras los mayores echaban la siesta, nosotras nos quedábamos jugando con la casita de Miki. Por la tarde, nos íbamos de paseo con el tío Esteban y luego, mientras tío veía el baloncesto en la televisión, el torneo de Navidad, mamá y yo cogíamos la pandereta y la zambomba y nos íbamos a pedir los aguinaldos con nuestras amigas. Cantábamos villancicos por las casas de Camporredondo y luego, con el dinero que nos regalaban, nos comprábamos chucherías.
Ya por la noche, y antes de la cena, nos preparábamos para ir a la iglesia, a la misa del gallo, con nuestra abuelita María. Al volver a casa empezaba la gran fiesta, preparábamos la mesa, a mamá siempre le gusto hacerlo, con bonitas servilletas y adornos navideños. Los mayores cenaban siempre pavo, pero mamá y yo pollo. Además solía haber unas frutas tropicales muy raras que el tío Esteban traía de Madrid, junto con turrones y polvorones. Luego cantábamos, y mamá y yo actuábamos. La abuelita María cantaba un villancico muy bonito andaluz, los Campanilleros, que vuestra mamá también cantaba. Al final, por la noche, siempre recuerdo que nos íbamos contentas a la cama, donde leíamos tebeos y cuentos.