Siempre quiero recordar la mas hermosa sonrisa y los ojos más brillantes que jamás he visto, con solo mirar a una persona le sacabas una gran sonrisa, siempre me sorprendió que así tan chiquito iluminaras tantos rostros y ver tantos brazos siempre anhelando poder abrazarte y peleando por cargarte, todos te dimos tanto cariño. Tu partida tan inesperada, tan dolorosa nos deja un gran vacío, muchas dudas y preguntas que solo al aferrarnos a la esperanza de que te volveremos a ver podemos tener paz y levantarnos y saber que esta vida aquí es pasajera y muy corta... te me fuiste tan pronto, tan pequeño, no te escuché decir mamá, ni siquiera te celebré tu primer año, pero doy gracias a Dios porque pude tenerte en mis brazos, amarte y ser amada por tan hermoso corazón, que se unió al mío y que al irte te llevas un pedazo de el, que solo cuando logre volver a verte podré recuperar, mientras, mi corazón queda en las manos de Dios, guardado, y poquito a poquito va sanando, te amo Luis Alejandro, y así tan chiquito me enseñas tantas lecciones que me durarán toda mi vida y que jamás olvidaré, me enseñas a amar mucho más a tu papá, a mi madre, mis hermanos, mi familia y mi iglesia, me enseñas a darle mi tiempo y mi esfuerzo a aquellas personas que están felices de pertenecer a nuestras vidas, a esas que se alegran con nosotros y que en momentos tan difíciles nos brindaron sus abrazos sinceros llenos de consuelo y amor, algunos de ellos que ni conocía, es que me hiciste replantear toda mi vida, también me hiciste amar más a los que se iluminaron con tus ojos y se derritieron al tenerte en sus brazos, porque dejaste en ellos un pedacito de ti, que me hace mirarlos diferente y quererlos más... quien diría que también me enseñarías a amar aun más a los que no me aman sin dejar que me dañen el corazón, porque en este corazón sin un pedazo solo queda lugar para el amor, con lo cual también me regalas la oportunidad de vivir más en la fe, amando más el vivir en la verdad, disfrutando la bondad de Dios, anhelando aún más la eternidad, alejándome más de lo terrenal, sabiendo que cuando llegue nuestra hora te volveremos a ver y estaremos todos juntos en el cielo, en esas moradas que Dios tiene preparada para todos nosotros, adorando a nuestro Padre Celestial por siempre y para siempre... Te seguimos amando, te seguimos extrañando.