Colorín fue la fábrica de pinturas donde nos conocimos con Nelson. Entonces él era Asesor Técnico de Ventas en Rosario y yo era Técnico Químico en el Laboratorio de Automotores e Industria, en Munro,Buenos Aires, así que nuestra relación era poca por la distancia pero, circunstancias laborales desenbocaron que la misma fuera más estrecha.
Allá por el ´66 ó ´67 se nos convocó a ambos a una importante reunión gerencial, donde se nos informó que a Nelson se lo designaba Vendedor Técnico de Industrias, importante ascenso para él, asignándosele como cliente, entre otras, a Ford Motors Arg., y a mi algo asi como su Asistente Técnico, teniendo como objetivo prioritario recuperar como cliente de Colorín a esa importantísima terminal automotriz, que algunos años se había perdido como tal.
A partir de allí nuestro estrecho contacto permanente de nuestras respectivas actividades, las largas charlas entre nosotros, primero en la faz técnica y luego sobre temas generales hicieron que esa relación se conviertieran en una amistad. Desde entonces y a pesar de nuestra poca diferencia de edad, sólo era de 3 años, considero que Nelson fue mi maestro. Sus vastos conocimientos sobre la Venta y las relaciones humanas me deslumbraron y, más aún, cuando fui descubriendo su sabiduría en temas culturales, sociales y políticas, sumados a su calidad humana.
Estoy convencido que a partir de este encuentro descubrí mi vocación como Viajante Vendedor, profesión que asumí años después, en distinta circunstancia y otra empresa, que me permitió desarrollarme plenamente por más de 30 años.
Gracias Nelson por todo lo que compartimos en nuestra amistad.