ForeverMissed
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Her Life

Remembering the life of a remarkable woman, Marga V Bos

March 10, 2021

On January 8th, 2021 we lost a remarkable member of our family. Marga V Bos, age 60, died after her battle against COVID-19. She is survived by her former husband and cherished life-long friend, Michael Bos, her daughter, Letty Amador, son-in-law Steve Amador, her daughter Irene Bos-Teruya, her sons Cody Bos-Teruya and Christopher Bos-Teruya. She also relished being Oma to her three-year-old granddaughter, Corinne (Cori). Further survived by countless relatives of the Venialgo, Aguilar, and Ibarrola families, as well as relatives of the Bos families.


Marga was born in South America, Paraguay, Cuidad de Concepción. Marga grew up in this small city where both the languages of Guarani and Spanish are spoken daily by nearly everybody. Guarani being the dominant language of friendly discourse, Spanish playing the role of governmental authority and, in Marga’s day, Spanish being the sole language of public-school instruction. So, Marga had both languages in her arsenal and was able to use them both interchangeably and marvelously. Marga also picked up key phrases in conversational Portuguese, even though Concepción is located 150 miles from the Brazilian border.


A fond childhood memory that Marga often related was when her father took her into the “Chaco” region to go hunting. There they would interact with indigenous people who spoke the Makthlawaya language. This beloved memory spoke to Marga’s love and respect for the Earth, the outdoors and those who were different from herself. When Marga described what she was like as a child, she would say that she would identify most closely with a hummingbird; always moving, busy, and not beyond causing quite a buzz... a bit of fast mischief. Hummingbird—"mainumby" in Guarani; "picaflor" in Spanish; "colibri" in Portuguese. Even now, when we see these multicolored creatures feverishly flying about, we are reminded of Marga’s enthusiasm, and energy; small but powerful. Marga’s background was truly multicultural and multilingual. This provided the rich foundation to the beautifully diverse person she was, and like the hummingbird’s multicolored feathers, there were so many beautiful glimmering dimensions to Marga.


At age 30 she courageously embraced a new life in North America, Southern California. Learning yet another language and a new way of life. Marga was determined to learn English. So, with perseverance, she immersed herself into the culture and language. She joined community classes in English. There, she would recall not understanding what anyone was saying, only laughing when others laughed, and all the while, drinking in the language of English in order to learn. Marga pushed against difficult circumstances in order to live a joyful life in her new home in California.


Over the years, Marga was a loving foster mom to a good number of children (now adults). She loved all children with a profound zeal and tirelessly advocated for their wellbeing. Several of Marga’s foster children are sure to recall her with special fondness. The desire to give of herself in this way came after surviving breast cancer in 1998. This was Marga; a woman who gained strength through surviving cancer and in turn wanted to show love to those in need of it.


While caregiving was certainly one of her most outstanding qualities, she was not one to be crossed on the hockey rink! Marga deeply enjoyed years of playing on several roller hockey teams as well as organizing women’s hockey tournaments. She felt immense pride when her sons Cody and Christopher and her daughter, Irene, shared in her love for hockey. She could often be found in the bleachers cheering her children and their teammates on. Marga played a key role in supporting many youth hockey team events. Many will remember Marga as always willing to lend a helping hand, giving of her time and energy in this way.


One of her greatest joys was being an Oma to her three-year-old granddaughter, Cori. Marga gave of herself to Cori, unselfishly and with unconditional love. To see Marga with little Cori was to see a bond that was forged with a love that is rare. She wanted nothing but the best for Cori and that was clearly seen by the attention and affection she gave to Cori. “Oma” was a title Marga was proud and honored to wear.


Words do little justice to describe Marga. She embraced life with determination, courage, passion, and ingenuity. She was bicultural and multilingual. Marga was a strong fighter, not only for herself but for others she cared for. To say we will miss her does not fill the void we feel from her loss. Marga would want her loved ones to remember her life, rejoice in the shared laughter and memories, and celebrate it. 

-Shared with love by Michael Bos and Letty Amador





El 8 de enero de 2021 perdimos a un miembro importante de nuestra familia. Marga V Bos, de 60 años de edad, se falleció después de su lucha en contra del virus Covid-19. Es sobrevivida por su ex-esposo y amigo apreciado de muchas décadas Michael Bos, como también por su hija Letty Amador, su yerno Steve Amador, su hija Irene Bos, y sus hijos Cody Bos y Christopher Bos. A Marga también le encantaba ser la abuelita —Oma— a su nieta de tres años, Corinne (Cori). Es también sobrevivida por bastantes parientes del lado de los Venialgo, los Aguilar, y los Ibarrola, como también de los Bos.


Nació Marga en América del Sur (en el Paraguay, la Ciudad de Concepción). Se crió en aquella pequeña ciudad, donde cotidianamente casi todos hablan dos lenguas —el guaraní y el castellano. Por aquella región, el guaraní es el idioma de uso cómodo entre la familia y los amigos, mientras que el castellano tenga un rol algo más formal, como por ejemplo de uso en los documentos del gobierno. Décadas atrás, cuando Marga era joven, el castellano era el único idioma de instrucción en las escuelas públicas paraguayas. Desde la niñez, Marga manejaba ambos idiomas con gran facilidad —maravillosamente bilingüe. Marga también aprendió vocabulario y frases claves en el idioma portugués, a pesar de que Concepción queda aproximadamente 200 kilómetros de la frontera brasileña.


Entre recuerdos tiernos de su niñez, nos contaba Marga de cuando acompañaba a su papá durante la cacería en el Chaco —la región occidental del Paraguay. Nos contaba Marga que allá en el Chaco se encontraron con gente indígena Makthlawaya, gente que habla su propio idioma. El recuerdo de aquellas aventuras nos habla del amor y respeto que Marga llegó a sentir por la tierra, por el medio ambiente, y por personas distintas a uno. Cuando Marga nos describía cómo era ella cuando joven, solía decir que se identificaba mucho con el picaflor. Siempre en movimiento, siempre activa, y perfectamente capaz de asustar a otros… de entrar de golpe en travesuras. El picaflor —en guaraní, mainumby; en portugués, colibrí; en inglés, hummingbird. Mismo ahora cuando vemos el pequeño picaflor, de colores que brillan, volando con gran apuro, nos hace recordar del entusiasmo y energía de Marga —mujer petisa y sin embargo de grandes poderes. Marga era una mujer multicultural y de varias lenguas. Es ahí la base rica que formó en ella una adulta de facetas diversas. Como el brillo del picaflor, de colores inesperados, hallamos en Marga también dimensiones bellas y radiantes.


A los 30 años de edad, Marga tomó nuevos rumbos, con valentía formando una nueva vida en América del Norte, radicándose en el sur de California, donde idioma y modales de vida bien distintos. Dedicó muchos esfuerzos para aprender inglés, y con ganas se metió en nuevas experiencias culturales. Tomó clases de idioma. Años después nos contaría que al principio no lograba entender casi nada de lo que decía la gente, pero que en seguida supo reír cuando veía que la otra gente reía. Aprendió inglés, como líquido, bebiéndolo. Poco importaba que las circunstancias fuesen a veces desafiantes, Marga se esforzó; logró vivir con alegría en su nuevo hogar que es California.


Durante muchos años, Marga se hizo madre de leche a un buen número de niños (ahora grandes). Con entusiasmo profundo, ella amaba a todos los niños de su entorno. Sin aflojarse, ella procuraba el bien de cada individuo. Varios de ellos habrán de recordarla todavía con gran afecto. En el año 1998, Marga padeció del cáncer de pecho. Lograr sobrevivir tal experiencia pesada la hizo más fuerte y determinada que nunca; ella dedicaría sus esfuerzos y amor a aquéllos que el amor hiciese falta.


El cuidar con amor a la gente a su alrededor era una de sus cualidades sobresalientes. No obstante, Marga —mujer petisa— en la cancha de hockey para mujeres era una competidora grande, feroz. Durante los partidos de hockey, a cualquier oponente que se encontraba en su trayectoria, ¡ojo!, ¡Jaque! Marga sintió felicidad y orgullo inmenso cuando sus hijos Cody y Christopher, y su hija Irene, compartían su entusiasmo por aquel juego. Muchas veces se encontraba ella en las gradas donde los parientes y el público, entusiasmando a sus hijos y al equipo de turno. Marga tomó roles de liderazgo y de apoyo durante bastantes partidos. Mucha gente recordará a Marga porque ella estaba siempre dispuesta a dar de su tiempo y su energía para el bien de la gente a su alrededor.


Una de las alegrías más grandes para Marga era ser la abuelita (Oma) a su nieta de tres años, Cori. Le dio su todo, con amor incondicional, desinteresadamente. Ver a Marga con la Cori era ver una unión de amor fuera de común. Por la atención y el afecto, supimos que Marga procuraba sólo lo mejor para Cori. Llamarla «Oma» le hizo a Marga sentirse orgullosa y honrada.


Las palabras aquí no bastan para describir a Marga. Ella se empeñó a la vida con determinación, con valentía, con pasión, y con ingeniosidad. Era bicultural. Manejaba varios idiomas. Era luchadora fuerte, no solamente a favor de ella misma sino también a favor de otras personas a quienes ella dedicaba sus esfuerzos. Sí, la vamos a echar de menos. Nada nos quitará el vacío que sentimos por haberla perdido. Sin embargo, creo que Marga desearía que, al recordar la vida suya, nos sintiésemos regocijo con el recuerdo de las muchas risas y otros momentos de vida compartidos. Merece celebración.